Esperanza
43 x 30 x 15 cm., madera y acero.
Obra única.
CONECTADOS
Si he de hablar de nuestra vida en estos tiempos, quizás me quedaría con dos conceptos: la socialización y la comunicación. Estos constituyen una necesidad básica del ser humano y se han puesto de manifiesto de forma palpable estos años ya que en momentos de presión el poder de adaptación, el ingenio y la creatividad resurgen más fuertes.
Nos hemos sentido conectados o desconectados en un mundo global paralizado, donde las posibilidades de comunicación y socialización han estado sujetas no sólo a medios técnicos o económicos, sino a familiares, residenciales, mentales o sentimentales. En definitiva, reinventamos el mundo circunscrito en nuestro hogar, hicimos nuevas conexiones y reforzamos o perdimos las habituales.
Y en todo este proceso si ha habido un elemento nuevo de comunicación en el mundo, ese ha sido sin duda el balcón, entendido como ventana, balcón o azotea. Música, aplausos, carteles, flores o bailes, solos o en grupo, estudiados o improvisados, han sido una plataforma nueva de expresión y comunicación. Este es mi homenaje a todos esos balcones que se abrieron a un mundo congestionado para ser vía de luz y expresión en el lenguaje universal de la vida.
Esta serie de esculturas reflejan mundos conectados a través de los balcones mediante pequeñas casitas de madera y alambres de acero. Con estos elementos como base, intento expresar las sensaciones o estados de ánimo que he recibido a través de mensajes desde los primeros días de confinamiento. Por otro lado, los materiales elegidos van más allá, al ser los restos de madera y acero de las tallas y esculturas de bronce que he realizado en mis años de profesión. Valga como homenaje también a la capacidad de reinvención que, al igual que muchos profesionales, hemos necesitado algunos artistas al no poder acceder a nuestros talleres o a los materiales y herramientas de trabajo.
María Sánchez